Podríamos preguntarle a Jorge Alemán si el análisis lacaniano contempla un momento similar a la noción kierkegaardiana de instante, Augenblick. Para Kierkegaard esa “decisión de existencia” que toma lugar sin duración, y así fuera del tiempo, constituye el paso decisivo entre el tipo del Caballero de la Resignación, que acepta en cuanto tales las estructuras convencionales, esto es, políticas, de su existencia, aunque intente mejorarlas, y el tipo del Caballero de la Fe, que se expone infinitamente a la finitud y a la muerte y abandona las compensaciones ilusorias en el terreno de lo público o lo “objetivo.” Esto está en Temor y temblor.
La temporalidad auténtica—lo que en las notas de ayer llamaba “lo simple”—se abre en ese instante extratemporal. No cambia al sujeto sino que lo constituye. No hay transformación del sujeto sino pro-ducción o desocultamiento de una potencia de repetición subjetiva cuyo carácter es formal, porque no tiene contenido alguno. Es sólo decisión de existencia, “hacerse lo que uno es,” que es un proyecto por lo demás inacabable y exige por lo tanto repetición en cada caso. Es repetición de lo simple, del factum mismo de una existencia, la mía, que no se consume ni se consuma en interioridad alguna. Es en ese sentido pura apertura, contra la oclusión existencial del Caballero de la Resignación, que permanece perpetuamente encerrado y enterrado en el universo de lo público y determinante, por mucha miseria que le traiga. (Una de nuestras lecturas favoritas en estos tiempos debería ser, en ese sentido, el Walden de Henry Thoreau.).
Esa apertura a lo simple, a lo más simple, es entendida como ruptura, Durchbruch o breakthrough, atravesamiento. Hacia lo simple, pero ¿desde dónde? ¿Qué es lo dejado atrás en cada caso en la decisión de existencia. Podemos traducir el concepto heideggeriano de Befindlichkeit, siempre mal traducido como estado-de-ánimo, por la palabra “dis/posición.” Lo dis/puesto es lo expuesto malamente, y así sometido. Sin duda Jorge podrá decirnos si esta noción de dis/posición sometida encuentra contrapartida en el análisis lacaniano; por ejemplo, si la noción lacaniana de “atravesar la fantasía” puede remitirse a ello.
Mientras tanto, imagino que yo podría atreverme a proponer que la busca de lo simple en la decisión de existencia, inacabable y repetida, siempre fuera del tiempo porque abre el tiempo (es el instante de un presente que no es el ahora indiferenciado e inapresable entre el pasado y el futuro), está en potencia para cada uno de nosotros en la experiencia extraña e inaudita del confinamiento. ¿No traza así la aventura de un proyecto de emancipación que no es simplemente emancipación política, sino en primer lugar emancipación respecto de la política, entendida como aquello que rige y controla nuestra dis/posición en cada caso? Así es como yo entiendo, con otro vocabulario, lo que he imaginado que Jorge llama “transformación del sujeto,” susceptible en definitiva de apoyar otra política, otro comienzo de la política, por más que esto último permanezca dudoso e improbable.