En el artículo sobre Posthegemonía, o más allá del principio del placer se revisa el proceso de constitución política desde el proceso de identificación con el yo ideal propuesto por Freud cuando analiza la psicología de grupos. Con esto se refiere a que en el proceso de constitución política intervienen, desde su comienzo, catexis libidinales. Estas catexis permiten la formación del grupo y la posibilidad de seguir a un líder. La posthegemonía, por su parte, consiste en la interrupción de las catexis libidinales y la ruptura con la articulación hegemónica (que en los ejemplos de Don Quijote y Hamlet aparece como tragedia). Esta interrupción en el proceso de ligazón libidinal permite vislumbrar cierto límite entre política y teoría de la hegemonía. “El proyecto posthegemónico se sitúa en el límite de la invención de lo político, y busca lo político no como continuación o intensificación de la demanda hegemónica, sino como una práctica alternativa de imaginación posible.” (12-13) Desde esta perspectiva, la posthegemonía sirve para teorizar la idea de que, aunque en la constitución política intervienen procesos libidinales, la política va más allá de estos procesos. La propuesta de la posthegemonía permite analizar la política más allá del sujeto político. La práctica posthegemónica se constituye entonces como “un proceso sin sujeto ni fin” (14)
Ahora bien, en la constitución de la política existe la compulsión a la repetición de la que hablaba Freud. Esta compulsión consiste en tener la posibilidad de resarcir la situación vivida durante el trauma original, lo cual implica una pulsión de muerte. Esta compulsión es nombrada como compulsión al destino cuando es acuñada en términos sociales.
Así mismo, la compulsión a la repetición está ligada a la pulsión de muerte. En el caso de la posthegemonía “hay una compulsión demónica […] que condena al agente a buscar siempre su propia derrota en confrontación inerte con el destino […] la pulsión posthegemónica lucha contra toda muerte impuesta, es decir, contra la invención libidinal del otro, sujeto.” (18-19)
La compulsión a la repetición en la práctica clínica, permite al analista darse cuenta de que eso que se repite es el síntoma. Y el síntoma es la señal de que existe un problema y por eso la repetición. El síntoma, a su vez, funciona como una metáfora y por lo tanto puede ser leído.
A partir de estos términos, me parece interesante vincular la situación de México en cuanto al retorno del PRI y los eventos que se han presentado a partir de este regreso. Si el retorno al PRI funciona como la compulsión a la repetición, es decir, que hay una vuelta al evento traumático, es decir, al PRI de antes del año 2000 entonces, este es un síntoma de que el país no ha elaborado la situación traumática, que en este caso fue haber estado gobernado por este partido por alrededor de 70 años. Ahora bien, en el retorno quizás el pueblo mexicano buscaba resarcir lo que en otro tiempo no funcionaba y pensaba que dándole una segunda oportunidad al partido ya no haría lo mismo o que el pueblo estaba en otro momento y que no se lo permitiría. La situación actual no es la misma que hace cerca de 15 años, ni la gente es igual, sin embargo parece que México está dando un grito desesperado, lo cual funciona como síntoma. Pero ¿qué representa este síntoma? Quien lo sepa podría ofrecer un diagnóstico y posibles soluciones. Sin embargo, un síntoma social tiene otras implicaciones si se compara con un síntoma personal. En el caso de un paciente, éste puede decidir hacerse un análisis por su propia voluntad y, a pesar de las posibles resistencias, es posible ayudarle. En el caso de este problema social, las condiciones y sobre todo las ganancias secundarias, tanto del gobierno como del pueblo, hacen más complejo el problema y por supuesto, encontrarle una solución.
Gracias, buen comentario…es interesante como la problemática de la identificación libidinal nos devuelve a la esfera del reconocimiento y su economía antropológica de los afectos….en este sentido, la posthegemonía no es solo una interrupción de la economía equivalencial de la hegemonía, sino una crítica radical de su funcionalización lingüística y de su antropología de base….dos cosas me interesan a mi de esto…1) el momento post-hegemónico como momento catacrético de desactivación de la mitología blanca literaria (fin de la metaforización infinita), y 2) entender el momento post-hegemónico e infrapolítico en su continuidad con la crítica destructiva del humanismo occidental inaugurada contemporáneamente por Heidegger….
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