Dadas ciertas preguntas y comentarios que me van llegando de forma privada, quizá sea conveniente ahora anotar algunas precisiones. El grupo Infrapolitical Deconstruction Collective, actualmente compuesto de unas 30 personas, la mayor parte de ellas profesionales académicos en el campo de estudios hispánicos, se forma en enero o febrero de 2014 a partir de ciertas discusiones en Crítica y Teoría sobre si es posible o conveniente tramar trabajo colectivo en el campo profesional, al margen de la charla episódica. El compromiso inicial fue autoconstituirse como un colectivo cuyo interés fundamental era avanzar en un proceso de escritura, a través de obras monográficas y números de revistas, en este caso alrededor de la exploración más o menos sistemática de la noción de infrapolítica y de sus conexiones entrevistas con la deconstrucción—entendiendo la palabra deconstrucción en un sentido por una parte amplio (sí, Derrida, por supuestísimo, pero también todo aquello que explica o hace posible el pensamiento de Derrida) y por otra estrecho (poco interés concreto en desarrollos epigonales del derrideanismo). Obviamente ese es un proyecto a largo plazo cuyo éxito o fracaso en cuanto tal sólo podrá apreciarse dentro de unos diez años. En los cuales sin duda ocurrirán también muchas otras cosas. De momento, hay varios libros, tesis doctorales y números monográficos en marcha en torno al tema.
En un principio se pensó que sería suficiente mantener una conversación entre los miembros del grupo a través de facebook o un blog privado, pero las primeras metas (i.e., la discusión sistemática de los seminarios de Derrida ahora en curso de publicación) no se dieron, no se llevaron a cabo, imponiendo la conclusión de que esa era, al menos de momento, una vía muerta. Hicimos entonces el blog público, buscando, naturalmente, interacción con otros que, eventualmente, podrían pasar a ser miembros del colectivo.
Mientras tanto, llegó el semestre de otoño y con ello el seminario que yo tenía asignado en mi propia universidad, y al que decidí llamar “Infrapolitics and Deconstruction.” El blog ha tenido una movilización relativamente fuerte en el último mes y medio largo precisamente en relación con ese seminario, puesto que me esfuerzo en colgar semanalmente varias notas relacionadas con la discusión interna y con la lista de lecturas incluidas en el programa de curso. Algunas personas, por supuesto, han honrado mis notas con sus comentarios, y otras han colocado notas de motu proprio. Pero no se trata en absoluto de que IDC sea yo. Sólo se trata de que ningún proyecto colectivo puede funcionar basado en la espera infinita a que todos sus miembros tengan exactamente la misma disponibilidad de tiempo y energía. En este caso soy yo el que, por razones institucionales, tengo esa disponibilidad, así que busco llevar adelante mis propios temas, que son los temas que propongo a discusión semana tras semana en la sala de clase. Y que terminarán la primera semana de diciembre. Ya veremos qué pasa después. Habrá otros seminarios, sin duda, llevados por mí o por otros, y las discusiones por lo tanto se moverán impulsadas por otras agendas, o se empezarán a movilizar proyectos de publicación que requieran discusión previa, etc. No podemos saber qué traerá el futuro. Por mi parte me siento muy libre de seguir el ritmo de actividad que he mantenido en el blog en las últimas semanas, pero también de interrumpirlo, según me vaya y según me resulte atractivo o necesario. Creo que todos nos sentimos de igual manera, o ese fue el acuerdo inicial.
Así que de momento se trata nada más, para mí, que de seguir un syllabus, de exponer la relación posible entre los textos estudiados y la temática propuesta, cosa que estamos tratando de hacer desde varias series de textos: una serie de ellos míos, que serán capítulos de un próximo libro, otros del campo profesional hispanista o latinoamericanista (hay gente que prefiere este segundo término), otros que pertenecen a la producción de pensamiento en lengua castellana pero que no tienen articulación institucional con el “hispanismo,” y finalmente otros de otras tradiciones (Chandler, Althusser, Derrida están en el calendario para próximas semanas.) No sabemos qué traerá el futuro, aunque confiamos en que no será necesariamente ninguna catástrofe (que ya es mucho, porque casi todos somos más bien pesimistas.)
Creo que es todo, y no hay misterio, ni siquiera vanidad específicamente relevante en cuanto tal en nada de esto. Para mí es un placer que mis notas de clase—llevo treinta años haciéndolas—se hagan por primera vez más o menos públicas en relación con un proyecto colectivo a largo plazo. Pero también puedo entrever un necesario silencio cuando esas notas de clase cambien de dimensión y tengan que reelaborarse para otros propósitos.
Alberto, he estado siguiendo con interés tus notas y comentarios propios y ajenos, no muy segura de que entiendo mucho de qué se trata. Este ultimo mensaje me aclara algunos puntos e historia del grupo. Me gustaría que consideraras incluir en syllabus, discusiones o publicaciones colectivas futuras la obra de Ricardo Piglia y, en especial, su ultimo libro, El camino de Ida y un texto suyo del 2002 titulado “Teoría del complot”. Yo he estado trabajando a PIglia por un tiempo largo y ahora estoy empezando a esribir sobre estos textos, que también inclui en mi curso de este otoño. Dime si te interesa. Un saludo cordial, Jorgelina Corbatta
j.corbatta@wayne.edu
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Jorgelina, no he leído todavía El camino de ida, aunque sí, en su época, Teoría del complot. No sé por lo tanto si el texto nuevo de Pigila sería pertinente para nuestras discusiones. Pero gracias por mencionarlo, y sin duda lo leeré en cuanto pueda. Quizás otros puedan comentar al respecto.
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Si, más que un texto infrapolítico o deconstructivo (sería un error pensar ambas nociones como atributos de algo), lo de Piglia es interesante porque muestra las bambalinas de cierto hispanismo hegemónico…más allá de eso…más que pedirnos mutuamente pasar por ciertos temas, creo que habría que colgar entradas y ver como se desarrolla el diálogo, con la claridad necesaria para entender que estás cosas no son tan rápidas…ahora, suerte que el seminario va dándole cierta regularidad al grupo…sin eso sería muy etéreo…
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¿Etéreo?
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Me interesa lo de Piglia, porque por ahi se abriria el problema de la Universidad por un lado, y lo de la literatura por otro. Fijense ustedes que ya nos han llegado voces o rumores que tienden a ver el grupo infrapolitica como el abandono de la literatura (algo que se homologa desde una operacion facilista con la “critica al culturalismo”) para afirmar la teoria. Esta critica es interesante porque afirma el binario de cierta academia norteamericana (la hispanista, me refiero). Piglia mismo no sale de esa aporia, pero esta en nosotros afirmar la dimension literaria de la infrapolitica, su compromiso total con eso que EGZ llama “el desacuerdo de la lectura”, para que asi no pueda haber nunca mas un “contra la literatura”, sin que este implique el regreso al apego criollo de lo literario que, como sabemos, ya esta agotado en tiempos de guerra.
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Me hago la pregunta en voz a partir de la nota de Alberto sobre la hermeneutica en Leyte. Otra cuestion aqui seria, entonces: ¿fin del culturalismo y apertura de lo literario, en tanto pensamiento y poema (que es lo que esta de fondo tambien en cierta linea analitica de Agamben o Villalobos-Ruminott, para limitarme a dos pensamientos que estoy siguiendo de cerca)? Abrazos, G
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Gerardo, en el post sobre Leyte 2 incluí la siguiente frase: “Leyte concluye su ensayo preguntándose si hay hoy lectores capaces de atenerse a esa herencia no mítica, o si estamos ya definitivamente en el mundo de la poética trascendente, donde sólo la mistificación consoladora importa: el mundo del pensamiento entendido como catexis consumista.” Lo cierto es que la literatura, precisamente en su vertiente culturalista hoy dominante abrumadoramente, es no otra cosa que la mistificación consoladora del mundo como catexis consumista. Yo no quiero tener por definición nada que ver con eso en cuanto pensador, aunque no pueda evitarlo en cuanto consumidor de textos. Habría que señalar, por lo tanto, qué es en la literatura lo que importa. Para mí al menos “la literatura” en sí ya no, ciertamente tampoco “la teoría política” o “la filosofía.” Todo eso, al margen de que sea útil para otros, quizás, es lo que la deconstrucción destruye. Sin recurso, a mi modo de ver.
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La hermenéutica en Leyte, o en Martínez Marzoa, no se concibe como interpretación literaria, por cierto.
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Claro, yo estoy de acuerdo con esta afirmacion: “Habría que señalar, por lo tanto, qué es en la literatura lo que importa”. Solo queria explicitar hasta que punto ese estar-ahi en lo literario, es fundamental para el pensamiento infrapolitico. Habria que pensar una relacion constitutiva o de co-pertenencia, no meramente expresiva, de la literatura e infrapolitica, o quizas como se dijo alguna vez en el seminario, la literatura ha sido el lugar donde desde siempre se ha pensando infrapolitica. Habra que seguir pensando esa relacion ya a partir de los textos y de la lectura de ellos (Bolaño, Marias, Castellanos Moya, etc), aunque tampoco se trate de armar un cierto estante infrapolitico, aunque quizas ahi discrepeos…
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Sí, pero sin sustancializarlos como “literatura.” Y me temo que eso es lo que “el campo” rechazará siempre, de la misma forma que a Freud le resultaba imposible olvidarse del brillo en la nariz de su amigo Fliess. Por lo tanto, digamos lo que digamos en ese sentido, no será oído, y no porque la gente no tenga orejas, sino porque las tienen largas. No digo que esa sea tu intención ni mucho menos, pero creo que de momento es menos importante buscar acomodaciones a lo que hay que pensar el asunto en su radicalidad.
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Y precisamente por eso a mí me interesaría saber por qué Sergio dice que es etéreo un proyecto en el que nos la estamos jugando. Y si otros comparten esa apreciación, una vez explicada. Quizás sea el momento de hablarlo.
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Espero la respuesta de Sergio, mientras tanto:
¿Alguien estaría en desacuerdo?: tengo derecho a pensar como quiera, a escribir como quiera. Nadie estaría en contra de esa libertad básica, ¿verdad? Pero rápido empezamos a imaginarnos posibles respuestas “matizadas” en las que, en última instancia, de lo que se trata es de decirte que eso es exactamente lo que no se puede permitir. El comunista te dice rápido que por qué tanto yo en la formulación, que uno estaría afirmando un individualismo antipolítico o despolitizado, que uno tiene que escribir y pensar en y con la coyuntura, y que solo ese pensamiento es válido. El académico casposo te dice que hasta cierto punto, porque de lo que se trata, se supone, es de sabe dios qué cosa objetiva en la que el estilo y las fechas de cada cual no se entremezclen mucho con la imagen supuestamente auténtica de un campo objetivo (aunque sea solamente imaginario desde el principio). El hipster liberal buena onda, “yo-todo-lo-tolero,” empieza diciéndote que lo que quiere es dialogar y termina peleándose contigo porque no aceptas que es él o ella quien tiene la razón y que tu manera de hacer las cosas es el desastre. Y así por el estilo…. No quiero dar la lata mucho con estos ejemplos. Simplemente quiero decir que hay que saber que si alguien quiere hacer un proyecto x lo va a hacer. Y que las objeciones y obstáculos que se encuentre en el camino, aunque vengan disfrazadas de “buena voluntad” o de “diálogo crítico,” no son otra cosa que la censura. Y esa es la lucha. No es nada etérea. Hay todo tipo de posibilidades nefastas. Hay todo tipo de experiencias increíbles también. Pero todo esto lo sabe Sergio, y mejor que yo.
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Bueno, primero, es una lástima que no me lleguen las notificaciones por correo, así me hubiese enterado antes de lo que está en discusión. Segundo, “etéreo” no el proyecto, sino el ritmo de otras participaciones que parecen delegar en una sola voz (que no me parece nada mal, vamos) la responsabilidad de seguir el trabajo. Tercero, gracias a que hay un seminario en curso, a alguien se le ocurre poner notas y eso mantienen al grupo con vida y fuerza. Cuarto, yo tampoco tengo ningún investment en la literatura, la filosofía o el pensamiento latinoamericano, creo que aquellos que siguen insistiendo en que mi lectura es marchantiana no han leído bien, ni mi entrevero con Marchant, ni el problema de fondo…yo diría que a Heidegger le tomó varios seminarios y, ciertamente, varios escritos para entreverarse con Nietzsche, y eso debe decirnos algo, pues las rupturas voluntariosas me parecen sospechosas. Si Nietzsche es el último pensador de la metafísica, Marchant, quizá el último pensador del criollismo, requiera un poco más de atención. Pero, quinto, tampoco quisiera pensar en el poema como redención, de hecho en mi trabajo he llegado a plantear “el fin de la hipótesis del dichtung” como momento central en que ni lo literario ni lo poemático pueden funcionar, pero eso si, no desde la crítica a la edad de los poetas que está tan de moda. Finalmente, camaradas, he usado la noción de “etéreo” (y esto debería resultar obvio, sobre todo porque el puto campo me tiene recluido en Arkansas, mientras un montón de estúpidos definen lo que se llama “profesión”) ante todo para describir mi poco compromiso con las actividades del grupo en el blog, mas no con el proyecto de pensamiento…lo que me impide participar tanto como me gustaría es, precisamente, el entramado material y miserable en el que me gano la vida, lleno de comités y trabajo administrativo…pero eso, Jaime y Alberto, lo saben bien…
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En última instancia, Gerardo, yo diría que lo que me interesa, por lo menos a mi, no es la literatura ni el poema, sino la imaginación y su materialización en figuras discursivas o lingüísticas, donde lo que llamamos literatura es una forma refleja, históricamente constituida, del contrato social propugnado por la ley…Cacciari dice en Nomos Basileus, que el entrevero con el derecho es epocal, define la forma romana de habitar el mundo, así como la filosofía fue la forma griega…inadvertidamente, alguien podría sostener, digamos Marchant, que lo que nos queda en herencia, a españoles y latinoamericanos, es la pertenencia errática y errante al libro, a la cultura o culturas del libro….en esa ambivalencia se juega este mismo debate…sobre todo porque ya no hay libro, sino vestigios, ruinas abandonadas de una escritura que quiso captar la historicidad del ser…como diría Borges, pedazos de ese libro infinito, del tamaño del mundo y su historia, están desperdigadas en el desierto, que no ha dejado de crecer…
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Así de fácil…qué idiota no? bueno…gracias Alberto!
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